miércoles, 19 de enero de 2011

Final del camino

No sé si alguien leerá esto. David, tú puede que sepas cómo encontrarlo, me conoces bien.
No quiero que llores. No por mí. Piensa que he hecho lo que quería, que por fin he conseguido mi objetivo.
Coherencia. Es una simple cuestión de coherencia.
Si con 17 años no fui capaz hay un motivo: todavía tenía que ayudar a mi madre a ser la mujer maravillosa que es hoy. Todavía tenía que aprender a querer a mi padre. Todavía tenía que conocer a mis amigos de la universidad con los que tantas cosas he compartido. Todavía tenía que ser maestra, sacar una oposición, llevar alegría a los niños. Todavía tenía que vencer el trauma que me dejó el tipo del sótano y conocer lo que es el placer del sexo. Todavía tenía que enamorarme y ser correspondida. Todavía tenía que conocer a Carlos y llegar a ser la mujer que le marcaría para siempre. A David y abrirle una puerta a un mundo diferente. A Raquel y hacerle esas fotos maravillosas. A Ventura y llevarle un cachito de alma. A Pik y prestarle aquel dinero cuando más lo necesitaba, a Susana y sus nenes, mi Daniela y Marcos, a mi sobrino del alma que me ha dado tanto amor, a Toni e intentar que viva la vida desde otra perspectiva, a Raúl y devolverle las ganas de vivir, a Miguel, a Xem, a Clotas...
Quiero pensar que algo bueno he hecho por ellos, quiero pensar que me recordarán sonriendo.
Pero ya no sonrío. Solo lloro. Y me estoy muriendo lentamente. El cáncer de la depresión se ha comido todas las células alegres que me quedaban, a pesar de que hoy me he reído a medio gas despidiéndome de Toni.
Y Ada, mi dulce Ada... cuánto amor concentrado en un cuerpecito tan pequeño. Y Susi y después Tatu y Fosky. Mis nenes, mi dulce compañía.
Ya no me queda nada. No tengo trabajo, no tengo nadie que me haga sentir viva, no tengo fuerzas para probar a ver si existe algo más.
Me retiro con la cabeza bien alta con la intención de no ser recordada por mi dolor.
No existen imágenes ni palabras suficientes para expresarlo. Solo la sensación de ahogo.
Sé que estaré bien. Paso a formar parte de lo más grande: la energía universal. Y dejo buenos recuerdos, más de los que yo imagino.
No aprendí a quererme, imposible hacerlo conociéndome tan bien. Así que no hay reproches hacia ninguno de mis amores por haberme dejado.
He vivido todo lo intensamente que mi salud me lo ha permitido. No he pasado por la vida como si nada y sé que dejo huella en muchos corazones. Eso me reconforta.
Pido perdón por el daño que he causado, siempre ha sido para paliar el que yo sentía.
Pido perdón por el daño que causo ahora. Pero, por una vez, he de ser egoísta y pensar en mi propia felicidad.
Dejo fotos, dos gatos maravillosos, un piso y... recuerdos.
Mucha fuerza a todos, sabéis que podéis comeros el mundo, sabéis que sois necesarios.
No me voy con pena. Tampoco con alegría. Pero me voy tranquila.
38 años con muchas vivencias. Quisiera recordar las buenas, pero no soy capaz ahora. Pero sé que he sido feliz muchas veces y no todo el mundo puede decir lo mismo.
He amado intensamente, hasta límites insospechados y estoy orgullosa de haber sido capaz de ello.
He vivido con pasión cada uno de los buenos momentos.
Solo ha habido un fallo en mi vida: mi enfermedad. No soy capaz de seguir en el infierno al que me lleva la depresión y no sé salir de él, a pesar de que lo he conseguido una y mil veces. Pero esta vez es diferente. No hay salida hacia el mundo conocido, solo hay una puerta a lo desconocido que me traerá paz.
Recordad mis abrazos, mis sonrisas, mi risa.
No os quedéis con lo malo, que lo hay y mucho.
Estaré bien. Estaré en el lugar donde me corresponde, el lugar del que venimos y que abandoné por error al colarme en el vientre de una madre.
Os quiero. Mucho más de lo que haya sabido expresar con palabras o gestos. Limitaciones del ser humano.
No os he mencionado a todos, pero sabéis quiénes sois.
Y que viva Bunbury!!
:)

Lurdes
Lu
Camino

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